Esta pasada semana y la presente estoy con los últimos coletazos de gripe + COVID.
El Seminario de Vielha me ha pasado factura…
He tenido que aplazar clases, que por suerte no requerían mayor atención ya que no tengo ahora casos «graves» de modificación de conducta.
Así que aquí tengo a Loki en su última clase del pasado jueves 15 de Septiembre.
Me gusta la foto, en cuanto la ví para colgar en la web le pasé inmediatamente una copia a su dueña, Carmen, diciéndole: mira qué guapo está tu «gordo» (lo llama así).

Recuerdo el primer día de clase que se me tiró a morder (marcar), se asustaron más ellos que yo…
Es por eso que estaba allí (entre otras cosas), no es plan que muerda a las visitas (por lo menos a las programadas…)
Loki es el resultado de una falta de impronta por destete prematuro: de casa del vecino a su hogar con 3 semanitas, mezcla de Primitivo G5 + Pastor G1 (con consanguinidad por parte de padres), una nula socialización + perro de jardín (no conocía su entorno, el exterior).
Con 2 años y poco hay margen para primero entenderlo y luego educarlo.
Ahora empieza a ser el perro que quieren que sea, pero sabiendo lo que tienen entre manos.
Sale a pasear, juega, olfatea, hace ejercicios de obediencia básica donde dá igual si bien o mal, aquí lo importante es que el perro haga un comportamiento focalizado en su dueña a la espera de un premio, sea chuche, caricia o juego.
Su evolución es más que buena. Si no este jueves, al siguiente coincidiendo con la última clase, cuando nos veamos iremos a dar una vuelta con otro perro, sociable y equilibrado.
Pero no siempre es tan simple, a veces toca trabajar durante tiempo, el tiempo que dure el perro.